Cuando hace unos meses, al subir una foto a Facebook, pudimos comprobar como el sistema de reconocimiento facial de la red social de Mark Zuckerberg etiquetaba automáticamente a nuestros amigos cuando reconocía sus rostros, fue cuando dio comienzo la polémica. Lo que los responsables de la red social vieron como una aplicación moderna de una tecnología a la última fue interpretado por los usuarios como un ataque a su privacidad.
Hace unos días Google + añadió una función similar, y sin embargo las reacciones no fueron en absoluto tan enérgicas. El motivo: antes de empezar a reconocer a nuestros amigos, nos pide permiso para hacerlo. No se está atacando, por lo tanto, la privacidad, ya que si reconoce a nuestros contactos es porque nosotros así lo deseamos. Una nueva forma de enfocar un mismo sistema, que cambia de forma sustancial las reacciones de los afectados.
Esta será por tanto, con toda probabilidad, la estrategia a seguir por las redes sociales de cara al reconocimiento facial: en principio aparecerá desactivado, pero los usuarios podrán habilitarlo cuando deseen. De esta manera queda bien establecida la línea entre lo que es un servicio y lo que es una intromisión en la vida privada.
Claro que, con el sistema habilitado en un principio por Facebook, cualquier usuario que lo deseara podría deshabilitar la opción del reconocimiento facial en cualquier momento. Pero, dado que en las redes sociales lo que estamos haciendo es exponer abiertamente nuestras vidas, preferimos que antes de imponernos un sistema que nos exponga aún más se nos pida permiso. Y por ello tenemos reservas ante este reconocimiento facial.
De todas formas, privacidad aparte, lo cierto es que los sistemas de reconocimiento facial pueden ser muy prácticos, especialmente cuando tenemos muchas fotos que etiquetar.