El método para atacar a sus víctimas era a través de un malware que distribuía por toda la red de internet y, mediante el mismo, logró infectar nada más y nada menos que unos 72.000 ordenadores.
Una vez que había infectado los ordenadores de sus víctimas, este hacker se robaba el nombre de usuario y contraseña de los mismos, de manera tal que se podría conectar a los mismos directamente desde internet, convirtiendo de este modo dichos ordenadores infectados en una especie de Botnet (ordenadores zombies).
Con una información tan valiosa en sus manos, Schichtel la puso en oferta en diversos foros especializados en este tema en internet, logrando incluso vender una parte de ella a un cliente no identificado aún por la policía, por lo que recibió a cambio unos 1.500 dólares.
Según una corta nota publicada por el Departamento de Justicia de EE.UU, el propio Schichtel reconoció los cargos que se le imputaban y se declaró culpable, acortando de este modo el proceso judicial y recibiendo a su favor una mejor condena.
Otro detalle que se ha revelado acerca de este caso, y que a su vez lo publica la cadena BBC News, es que una vez que Schichtel salga de la cárcel, será sometido a una estricta vigilancia en cuanto a conexiones de internet y otras redes se refiere, por lo que no podrá acceder a ninguno de estos servicios durante algún tiempo.