Se trataba de un perfil que, al contrario que en las redes sociales habituales, podías personalizar con los colores a tu gusto. Eso provocaba que más de uno combinara el rojo con verde, amarillo con blanco…y otras opciones que pretendían ser originales y no hacían más que dificultar la lectura.
La idea del Fotolog era básicamente un blog en el que podías subir cada día una foto y un texto. Éste último podía editarse posteriormente, pero la foto no se podía cambiar, por lo que era importante escoger bien qué imagen íbamos a utilizar para ilustrar nuestros pensamientos, porque en el fondo Fotolog no era más que un diario público.
Así, si subías la foto equivocada, Fotolog no te dejaba modificarla, como podrías hacer ahora sin problemas en Instagram, por lo que más de una vez se producían enfados de personas que aparecían en perfiles ajenos en los que no querían estar, y ya no había remedio.
En cuanto a los textos, había Fotologs temáticos sobre moda, música o cine, pero lo habitual es que los más jóvenes utilizaran la red como un medio de desahogarse de sus penas o contar sus fiestas.
El componente social lo ponía la sección de comentarios, en las que los amigos que te seguían (al más puro estilo de Twitter) podían escribir sobre tu foto o tu texto. El problema era que en la cuenta gratuita sólo se permitían 10 comentarios, algo que en la época de Facebook y Twitter nos parece una verdadera ridiculez.