Un pequeño restaurante, que abrió sus puertas la semana pasada en Kunshan en la provincia de Jiangsu, propone platos emblemáticos de la cocina regional, pero con una novedosa apuesta en la parte del servicio: dos robots dan la bienvenida a la clientela y cuatro pequeños androides llevan luego a cada mesa suculentos platos.
“Mi hija me pidió que fabrique un robot porque quería librarse de los quehaceres domésticos”, dijo a la AFP Song Yugang, dueño del peculiar establecimiento.
Cada androide cuesta unos 6.500 dólares, el equivalente de un salario anual de un empleado de carne y hueso. “Los robots pueden entender unas cuarenta frases y consignas de la vida diaria. Y no se enferman ni piden vacaciones”, afirma el asiático. Para él “basta con cargar sus baterías dos horas diarias para una autonomía de cinco horas”.