La historia empezó hace 25 años, cuando Nintendo sacaba al mercado su Game Boy, una cajita con display verde y negro y con una imagen pixelada que volvía portátiles los videojuegos, convirtiéndose en un éxito de ventas.
A raíz de los excelentes resultados, la empresa nipona levantó un imperio millonario sobre la base de un negocio que hoy ha quedado en el olvido ante el avance de smartphones y tabletas, que acercan y disminuyen los costos de los videojuegos.
Lo fascinante de la historia de la Game Boy es que cuando empezó no era la única videoconsola en el mercado y su tecnología no era la más vanguarditas. Pocos meses después, Atari el modelo Lynx con pantalla en color y mejores gráficos. A su lado la Game Boy parecía de la Edad de Piedra, comentaban entonces las revistas estadounidenses. Y al siguiente año le siguieron aparatos más avanzados de Sega y NEC. Sin embargo, todos ellos llevan tiempo olvidados, mientras la Game Boy ya pasó a la historia.
¿Las claves de su éxito? La sencillez del dispositivo y el hecho de ser juego genial que hizo que millones de personas no pudieran levantar el dedo del aparato.
El equipo de creadores liderado por Gunei Yokoi y la máxima figura de Nintendo Hiroshi Yamuchi, sacrificaron conscientemente una pantalla en color y mejores gráficos para tener una batería que duraba 15 horas. La consola Lynx de Atari, por ejemplo, duraba sólo 5 horas y necesitaba más pilas, lo que la hacía más pesada y gruesa, y además era el doble de cara.