En anteriores ocasiones hemos hablado del uso que se le puede dar a las redes sociales en el aula como forma de motivar a los alumnos. Pero a los profesores que utilizan Facebook a menudo se les plantean una serie de dilemas que les pueden hacer dudar de su conveniencia.
Uno de ellos es qué hacer cuando un alumno les envía una solicitud de amistad. Cada profesor debe decidir si es conveniente aceptarlas o no, pero hay que evitar el contacto con los alumnos por esta vía si en nuestro perfil hay fotos o estados que puedan llevarnos a perder autoridad. Y sea cual sea el criterio que se elija al respecto, es importante que se aplique para todos los alumnos.
En el caso de que hayamos decidido comunicarnos con los alumnos vía Facebook, hay que tener muy claros donde están los límites. Nunca hay que utilizar las redes sociales para responder a preguntas sobre notas y clasificaciones, ni tampoco exponer públicamente en ellas fallos de nuestros alumnos.
Y si no queremos que nuestros alumnos nos encuentren en Facebook, ¿cómo lo hacemos?. Pues una buena forma es utilizar el segundo apellido en lugar del primero en el perfil, de esta forma les será más complicado encontrarnos. También es posible aceptarlos como amigos pero configurar la privacidad de forma que únicamente puedan leer determinados estados, y no vean nunca nuestras fotos personales.
Un término medio entre permitir a los alumnos entrar en nuestra privacidad en Facebook y evitar completamente el contacto con ellos por esta vía sería disponer de una cuenta personal en la que no agreguemos a nuestros estudiantes y una página destinada a resolver determinadas dudas de clase. Pero a última hora esto son sólo consejos, y la mejor forma de gestionar el tema es el sentido común.