La industria discográfica ha mantenido una guerra abierta con Internet casi desde que este comenzó a generalizarse. La posibilidad de descargar canciones de forma gratuita resulta muy dañina para sus intereses económicos, y desde ese punto de vista es normal que hayan intentado ponerle freno. Pero no todo lo que viene de la red es malo para la música.
En efecto, Internet es una herramienta de promoción muy fuerte, que puede hacer que cualquier persona anónima se convierta en una estrella de la noche a la mañana. Y por ello hay artistas que en lugar de quejarse por la piratería han optado por aprovechar este potencial.
Uno de los ejemplo más claros es el del último fenómeno fan adolescente a nivel mundial, Juntin Bieber. El joven subió a Youtube unos vídeos en los que aparecía cantando, y fueron vistos por un productor que contactó con él y le convirtió en la estrella que es hoy en día.
En nuestro país tenemos el caso de Pablo Alborán (en la foto). Cuando su disco aún no había sido publicado, subió también a Youtube algunos vídeos con sus canciones, que se convirtieron en grandes éxitos en la red y que lanzaron su álbum a lo más alto de las listas de ventas nada más salir al mercado.
Otros artistas prefieren valerse de las redes sociales para promocionar sus canciones y sus conciertos. Así, el éxito de Lady Gaga no sería igual sin su corte de seguidores en Twitter, ni Shakira sería la estrella internacional que es sin la ayuda de los miles de fans que la siguen en Facebook.
Claro que mientras no se encuentre otro método de financiación para los artistas que no sea la venta de discos Internet y la industria musical estarán condenados a ser enemigos acérrimos.