Las redes sociales han marcado un antes y un después en nuestra forma de relacionarnos. Ahora compartimos a través de Internet prácticamente todo lo que hacemos. Esto, que puede ser una gran ventaja para, por ejemplo, mantener el contacto con amigos que están lejos, se convierte en un handicap cuando tenemos que mantener una imagen determimada de cara a nuestra vida laboral.
Para empezar, cada vez son más las empresas que antes de contratar nuevo personal echan un vistazo a sus perfiles en redes sociales. Por lo tanto, la imagen que se desprenda de nosotros en ellas puede llegar a convertirse en un impedimento para que logremos un puesto de trabajo, así que hay que tener cuidado.
Pero incluso si ya tenemos un puesto de trabajo debemos seguir teniendo cuidado. Y es que si trabajamos, por ejemplo, en un puesto de cara al público, no quedaría muy profesional que todos nuestros clientes nos puedan ver perjudicados tras una noche de fiesta. Ese tipo de fotos nunca deben estar abiertas al público.
Si ya hemos cuidado la privacidad de nuestro perfil, no estaría tampoco de más que siguieramos manteniendo un cierto secretismo con respecto a nuestra vida privada. Y es que la mayoría tenemos entre nuestros contactos a superiores y compañeros, que pueden jugarnos malas pasadas.
Claro que la solución a estos problemas no pasa por evitar el uso de redes sociales. Simplemente cuidando un poco lo que subimos y manteniendo al máximo la privacidad nos evitaremos llevarnos sorpresas desagradables relacionadas con nuestros perfiles en este tipo de sitios.