Si echamos un vistazo a los medios de comunicación de cualquier tipo, vemos como los comentarios en las redes sociales se utilizan para realizar estudios en casi todos los ámbitos, desde audiencias televisivas hasta resultados electorales. Pero la realidad no siempre se corresponde con lo que nos parece que va a ocurrir a través de Twitter. Ni los programas más comentados son los más vistos, ni los políticos más alabados son los más votados.
Tiene sentido pensar que Twitter puede ser un buen termómetro electoral: si los usuarios muestran sus simpatías o antipatías hacia los políticos en la red social, es fácil adivinar a través de ella a quién están dispuestas a votar. Pero lo cierto es que no siempre que critiquemos a un político quiere decir que vayamos a votar a su rival, y no siempre que alabemos una acción concreta significa que tengamos intención de votar a ese partido.
Además, también hay que tener en cuenta que una cuenta de Twitter no tiene por qué ser igual a una persona. Puede haber una persona con varias cuentas, o una sola cuenta que se corresponda con un grupo de usuario. Por no hablar de que en ocasiones los propios partidos políticos crean varias cuentas haciéndose pasar por simpatizantes con el objetivo de maquillar estos estudios o simplemente de influir en la opinión de sus seguidores. Por lo tanto, que haya, por ejemplo, 10.000 cuentas de Twitter que simpaticen con un partido no tiene por qué implicar que se vayan a traducir en 10.000 votos. Twitter sirve para hacernos una idea, pero nunca para predecir resultados electorales.